Desde el siglo pasado hemos generado una sociedad del consumo, donde el poseer y el éxito profesional eran premisas para alcanzar la felicidad. Hoy hablamos de abundancia sostenible, donde la generación de riqueza depende de nuestra capacidad de mejorar la calidad de vida de los demás, a partir de lo que sabemos, del conocimiento que compartimos y las necesidades que satisfacemos.
Este aportar en el mejoramiento de la calidad de vida de lo demás se genera desde el bienestar y la integralidad de cada ser, a partir de esa capacidad de darse por entero, de velar por nuestra inteligencia emocional, por nuestra salud física, por nuestras relaciones sociales, por nuestra conexión espiritual y, por supuesto, en nuestra aptitud de entender que el dinero está a nuestro servicio para ayudarnos a cumplir con los objetivos y sueños propuestos